Costumbrismo Se difunde desde los
primeros años del siglo XIX. Pancho Fierro (1807-1879), acuarelista, es el más
genuino representante de la pintura costumbrista peruana de entonces, artista
singular pues su arte registra y mantiene las tradiciones populares de las
postrimerías del virreinato. Su obra tiene dos etapas principales: una referida
a personalidades, autoridades y políticos como sería el caso de El fraile de la
buena muerte, El médico, La tapada y el escribano, El notario, El hacendado y
La hermana de la caridad, Militar de perfil, Militar de espaldas y, otra en la
que el genio del acuarelista se aboca a temas netamente populares, como se
puede apreciar en: El farolero, La vendedora de pescado en burro, La lechera,
El montonero y El soldado y la rabona entre otras.
Neoacademismo Surge en Europa como una
nueva propuesta plástica que, bajo la influencia del impresionismo parisino,
plantea una temática más libre, un mejor tratamiento de la luz, dejando de lado
la búsqueda de la perfección en beneficio de la creatividad del artista. En
nuestro medio, fueron muchos los pintores que optaron por esta nueva tendencia;
entre ellos destacan:Daniel Hernández (Huancavelica 1856 - Lima 1932) ha sido
considerado como el gran maestro de la pintura nacional.A él debemos el inicio
de la formación de los artistas ya que fue invitado a formar la Escuela de
Bellas Artes como centro de estudios y formación. Su trabajo se distingue por
el equilibrio permanente entre el dibujo y el colorido y por la excelencia de
su diseño hasta en los mínimos detalles. Con una cierta preferencia por los
temas históricos, destacan La muerte de Sócrates, Capitulación de Ayacucho,
Apoteosis de Ayacucho, Saludo al presidente Leguía, Retrato de dama, Dama en el
Campo, Retrato de un Inca, Mujer cargando un ganso y Mujer cargando leña.
Teófilo Castillo (Carhuaz 1857-1922), fue el primer crítico de arte en nuestro
medio; sus comentarios acertados y a veces ácidos, le granjearon admiradores y
no pocos detractores. Como artista, gran parte de su obra está vinculada a la
reminiscencia de la Lima virreinal, destacando su preferencia por las
tonalidades graves, al manejo casi lírico del color, como se aprecia en
Interior de iglesia, La Procesión del Corpus Christi, El asesinato del marqués
de Aguas Claras, conocido también como La muerte del conde de Nieva y
Autorretrato. Enmarcó en sus obras los paisajes naturales del interior del
país, en los que imprime un exuberante colorido y la fuerza de su paleta que le
permite captar con extraordinaria luminosidad algunos detalles del ambiente
andino, como se ve en Paisaje del Huascarán, Paisaje nevado y Paisaje de la
Laguna de Llanganuco.Carlos Baca Flor (Arequipa 1867-1941) sobresalió por el
buen manejo de la técnica del retrato, llegando a obtener reconocimiento
internacional en este campo, prueba de su habilidad son La vocación natural,
Anciano sentado en un sillón, El notario en la venta de títulos, Dios mío qué
solos se quedan los muertos, Cabeza de anciano, Perfil de niño, Paisaje de río
con botes, Autorretrato y Regina Virginum, este último trabajado sobre
pergamino y dotado de un marco de madera íntegramente policromado.A partir de
la relación que tuvo con artistas de la nueva generación en París logró
desarrollar una extraordinaria soltura y calidad plástica, expresada con
visible libertad en los múltiples bocetos y dibujos que realizó y que nos
hablan de un profundo conocimiento de la anatomía y de la esencia del género
humano.
Indigenismo Expresiones como lo
nacional, lo prehispánico, lo indígena adquirió un significado especial, cuando
el redescubrimiento y revaloración de lo propio, se asumió como la impostergable
necesidad de reconocernos en lo propio y en lo común, aceptándonos como parte
de un todo, rico en su variedad, en lo cultural y lingüístico. Desde ese punto
de vista, el Indigenismo fue el movimiento artístico que buscó destacar y
valorar los elementos estéticos propios del ser nacional, de nuestro paisaje y
nuestra gente a fin de integrarlos como motivos plenos en el desarrollo de la
plástica nacional.José Sabogal (Cajabamba 1888 - Lima 1957), fundador del
movimiento indigenistas, contribuyó grandemente a la evolución plástica
nacional. Viajó a Europa, donde afianzo su vocación y definió su estilo, y
luego pasó una larga temporada en Argentina, estando en contacto con el arte
vernacular. Ya en Cusco, definió su preferencia por el hombre andino y su
entorno. Su decidida tendencia hacia temas nacionales, se afianzó más aún,
luego de su viaje a México, en donde descubrió el singular poder del mural,
reafirmando su preferencia por lo relacionado a lo nacional, vernacular y a lo
propio. El impacto de la propuesta sabogalina marcó una honda impronta en la
generación de artistas de su tiempo, no hubo artista que pudiera abstraerse a
la fuerza de la corriente innovadora la misma que, por su misma energía y
novedad, motivó la adherencia o el rechazo de los contemporáneos. Si bien la
obra de Sabogal es prolífica y variada, vale la pena destacar algunos óleos
como Las llamas, Hilandera, Ingreso al convento de Ocopa, Anita y Plaza de
Huancavelica; acuarelas como Amancaes y grabados sobre madera en los que plasmó
costumbres, detalles arquitectónicos y tipos humanos como Cholita, Indiecita,
El alcalde de Chinchero, El arriero, El escribano, Taitacha temblores,
etc.Julia Codesido (1892-1979) vinculada al indigenismo, sin apartarse de la
temática vernacular sus creaciones van evolucionando: del indigenismo puro,
hasta la abstracción; entre sus obras tenemos Mujer, Picos nevados, Morena
limeña y Tapadas limeñas.José Alfonso Sánchez Urteaga conocido como Camilo Blas
(Cajamarca 1903-1986) viaja a Europa y recibió premios en la ciudad de Sevilla
y París, su obra era más bien nacionalista y peruanista. Entre sus obras
tenemos Cuesta de Pumacurco, Casona trujillana, Fiesta serrana, Paisaje andino
y mención especial merece Paisaje.Teresa Carvallo (Lima 1895-1989) seguidora de
la escuela indigenista de Sabogal, su obra La naranjera, hace gala de su
maestría compositiva, al haber logrado perfecto equilibrio en los tres planos
en los que sitúa el personaje.
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